La palabra del Señor estuvo expuesta esta noche por la Pastora Vanessa Torres Padilla y, en un mover del Espíritu Santo de Dios, tomó como base bíblica la porción de Romanos 8:1-14. Expresó:

El mismo poder que levantó a Cristo de entre los muertos, es el mismo poder que me perdonó cuando estaba muerta en pecados. El perdón aviva. Cuando se recibe, liberta y cambia la vida. Por eso es que cuando vemos el Gólgota sabemos quiénes fuimos y reconocemos que el perdón nos dio vida. Cuando escuché del evangelio, tuve la esperanza de mirar al Gólgota sabiendo que una gota de su sangre me cambiaría y no volvería a ser quien era.

Estar unidos a Cristo nos da vida ya que la ley del pecado trae en sí misma muerte.  El Dios de esta generación es el mismo de todas las generaciones; y su plan triunfará por encima de los deseos del hombre. No importa las decisiones de las generaciones, Dios no cambia ni muda. Estar unidos en Cristo significa haber muerto al pasado y a los designios de la carne; es volver a nacer sin entrar en el vientre de la madre.  El poder de Cristo es un poder activador; opera en el corazón de cada creyente y le ayuda a seguir hacia adelante.  Mirar atrás es sinónimo de muerte. Mi vida tiene que mantenerse mirando al Invisible, sabiendo que la obediencia me ayudará a capacitar mi área espiritual.

Hay dos grupos de personas: los que viven según los deseos de la carne y aquellos que viven conforme al Espíritu. ¿A quién ves cuando te miras en el espejo? ¿En cuál grupo te encuentras? No hay ninguna razón para dejar la fuente de agua viva. Vivir conforme al Espíritu es aceptar que no le debo nada a la carne. ¿Qué le hizo ella a tu vida? La carne no nos debe nada; solo el evangelio da paz y transforma la vida. Cuando ando en el Espíritu, mi comportamiento no es el mismo porque rechazo quien fui.  Hasta que no esté cansado y me aborrezca mi pasado, seguiré mirando hacia atrás.

La palabra de Dios nos invita a ser reales, ya que de esta manera seremos libres y podremos vivir en casa. Los frutos del Espíritu serán vistos por el mundo si somos de Dios. Analiza si vives en el Espíritu o si tienes deuda con los deseos de la carne. Sólo Dios quiere salvarte y llevarte a casa; que nada te impida vivir conforme al Espíritu. Libérate de la deuda de la carne; ella no tiene ningún compromiso contigo. No vale la pena andar en la carne, si el Dios que nos ama jamás nos deja solos.

Pablo nos exhorta a renovar nuestra mente y a vestir del hombre nuevo. Esta regeneración provocará convicción para darnos cuenta de lo que somos en Dios. Los que nacemos en Cristo somos liberados del pecado y no volvemos a mirar atrás. Pablo nos aconseja a vivir conforme al Espíritu; ¿a qué grupo perteneces?

1. El creyente no es del mundo. Mi mundo solo es un estado temporero de la vida eterna que tengo y solo espero el día en que sea libertado de este cuerpo mortal, con la esperanza de que algún día esta carne será transformada.

2. Los que aman a Dios no aman al mundo. El que me encontró me llevará a casa.

3. Los que son de Dios tienen la capacidad de vencer al mundo. Tú y yo, a través de Cristo, podemos llegar al cielo y estar con Él para siempre.

4. Hemos sido crucificados con Cristo. Cuando miro al Gólgota veo a aquel que murió por mí. Basta con mirar hacia el Gólgota para saber que hay esperanza y que hay un evangelio que predicar. Detrás de la cruz de Cristo puedo refugiarme porque Él es mi padre y es todo lo que necesito.

Yo soy porque estoy en Él. Todo mi entorno está escondido en Cristo y alejado de aquello que me separa de Él, ¡podré verlo!

[quote align=»left» color=»#9308FF»]Mi casa… también es tu casa[/quote]