Tal parece que algunos de los discípulos estaban irritados. Por lo general, sus seguidores precedían sus comentarios con la palabra Señor, que implicaba respeto. Pero no fue así esta vez. Es que la ansiedad nos convierte en tiranos. Ellos expresaron un mandamiento, no un pedido. ¿Creen que tenemos las llaves del Fort Knox? Los discípulos no tenían los recursos para tal multitud. Su falta de respeto no perturbó a Jesús, que simplemente les dio una tarea: «No tienen necesidad de irse; dadle vosotros de comer» (v.16). Me imagino que unos encogieron los hombros mientras otros pusieron los ojos en blanco; los discípulos reuniéndose a contar lo que tenían. Es posible que Pedro haya sido el que guio la discusión gritando una orden: «Contemos el pan: uno, dos, tres, cuatro, cinco. Tengo cinco panes. Andrés, revisa la cuenta». Y él lo hace: «Uno, dos, tres, cuatro, cinco…» Pedro puso a un lado el pan y preguntó en cuanto a los peces. La misma rutina con un número menor. «¿Peces? Veamos. Uno, dos, tres….Oh, no, conté un pez dos veces. Parece que el total de los peces es dos». Se declaró el total. «Tenemos aquí cinco panes y dos peces» (v. 17). El conteo solamente se destaca, como si dijera: «Nuestros recursos son lamentablemente pequeños. No queda nada sino este lastimoso almuerzo». La aguja que marca la gasolina se encontraba sobre la línea que dice vacío; el reloj marcaba la hora final; la alacena solo tenía migajas. La tarea que nos han dado es demasiado grande…

¿Cómo crees que se sintió Jesús con el conteo del inventario? ¿Alguna posibilidad de que hubiera querido que incluyeran el resto de las posibilidades? ¿Considerar todas las opciones? ¿Crees que estaba esperando que alguien contara hasta ocho? «Bien, veamos. Tenemos cinco panes, dos peces, y… ¡Jesús!» Jesucristo, el mismo que nos dijo: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallareis; llamad, y se os abrirá». (Lucas 11:9). «Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho». (Juan 15:7). «Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá» (Marcos 11:24). Al lado de los discípulos estaba la solución a sus problemas….pero ellos no fueron a Jesús. Dejaron de contar al llegar a siete y se preocuparon. ¿Y qué en cuanto a ti? ¿Estas contando hasta siete u ocho?

[quote align=»center» color=»#00FDFF»]Primero ora. Despacio, ahora. Actúa de inmediato. Haz una lista de tus preocupaciones. Evalúa la categoría de tus preocupaciones. Enfócate en hoy. Busca un ejército que te ayude y deja que Dios sea suficiente.[/quote]

He aquí cinco consejos que te pueden ayudar a dejar de contar tus imposibilidades y ver las posibilidades en Dios: 

1) Primero, Ora: No camines de un lado a otro en la sala de espera; ora para que la operación salga bien. No lamentes que perdiste una inversión, pídele a Dios que te ayude. No te unas al coro de compañeros de trabajo que se quejan del jefe; invítalos para que inclinen la cabeza contigo y oren por él. Vacúnate interiormente contra el miedo, para que puedas enfrentar tus temores exteriormente. «Echando toda nuestra ansiedad (todos tus temores, tus preocupaciones, de una vez por todas) sobre él…» (1Pedro 5:7).

2) Despacio, ahora: Baja la velocidad. «Guarda silencio ante Jehová, y espera en él» (Salmo 37:7). Imita la madre de Jesús en la boda de Caná. Se había acabado el vino de la recepción, algo impensable en los días de Jesús. María le podría haber echado la culpa al anfitrión por no planear bien o a los invitados por tomar demasiado, pero ella no hizo una catástrofe de eso. Ninguna sesión de terapia o asesoría. En cambio, ella le llevó el asunto directamente a Jesús. «La madre de Jesús le dijo: No tienen vino» (Juan 2:3). ¿Te das cuenta de lo rápido que tú puedes hacer lo mismo? Evalúa el problema. Llévalo a Jesús y exprésalo con claridad.

3) Actúa de inmediato: Conviértete en un aniquilador de preocupaciones. Trata a la preocupación como a los mosquitos. ¿Aplazas una decisión cuando un mosquito aterriza en tu piel? Por supuesto que no lo haces. Le das al mosquito y listo. Se así de decisivo con la ansiedad. En el instante en que surge una preocupación, trata con ella. Confronta las preocupaciones antes de que te venzan. No malgastes una hora preguntándote que estará pensando tu jefe, pregúntale. Antes de diagnosticar ese lunar como cáncer, haz que te lo examinen. En lugar de asumir que nunca vas a salir de las deudas, consulta a un experto. Sé un hacedor y no alguien que vive preocupado.

4) Busca un ejército que te ayude: Comparte tus sentimientos con algunos seres queridos. Están más dispuestos a ayudar de lo que te puedes imaginar. Menos preocupación de tu parte significa más felicidad de la de ellos.

5) Deja que Dios sea suficiente: Jesús concluye su llamado a la calma con este desafío: «Vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (Mateo 6:32-33).

Busca primeramente el reino de las riquezas y te vas a preocupar por cada peso. Busca primero el reino de la salud y te vas a preocupar por cada mancha o chichón. Busca primero el reino de la popularidad y vas a volver a vivir cada conflicto. Busca primero el reino de la seguridad y vas a dar un salto a cada sonido de una rama de árbol. Pero busca primero su reino y lo vas a encontrar. En eso podemos depender y nunca preocuparnos. 5 pasos. Primero ora. Despacio, ahora. Actúa de inmediato. Haz una lista de tus preocupaciones. Evalúa la categoría de tus preocupaciones. Enfócate en hoy. Busca un ejército que te ayude y deja que Dios sea suficiente. Atrévete….

[quote align=»center» color=»#00FDFF»]Ten presente que Cristo viene.[/quote]

Pastora Iris N. Torres Padilla