«El cristiano que no aplica la Biblia entra en una hipocresía. Que se te note. ¿Donde está la aplicabilidad?», prorrumpió Torres. En el estudio de Santiago 5:13-20, en la clase de jóvenes en el Aposento Alto, el domingo 25 de enero, nuestra pastora y maestra, Vanesa Torres exhortaba haciendo eco de lo que el autor de la epístola enseñó. La aplicación de las Sagradas Escrituras es indispensable en la vida del creyente. Si decimos tener fe: «¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá esa fe salvarle?» (Santiago 2:14). Utilizamos de referencia la revista El Discípulo.

«¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto. Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados.» (Santiago 5:13-20)

¡Qué bueno es saber que cuando superas una prueba ya no eres igual!

«Santiago se traduce «Jacobo». Santiago es hombre Justo. Tenía similitud con Jesús en la enseñanza», enseñó. «Hablaba de la aplicabilidad de la Palabra. El que ama a Dios produce obras. La prueba produce paciencia. Santiago arranca con una aplicación. ¡Qué bueno es saber que cuando superas una prueba ya no eres igual! Debemos ser hacedores de la Palabra. El que no actúa no conoce a Dios». «Dios condena la parcialidad. Dios no nos mandó a estar en sectas. Santiago condena esa actitud. No podemos discriminar», enfatizó. «Controlemos la lengua. El que ama a Dios y aplica la Biblia produce obras. La verdadera fe nos hace humildes. Cuando usted esté triste vaya a Dios. La oración es un elemento crucial en la iglesia. Todos somos iguales ante los ojos del Señor», continuó. «La oración no se trata de pedir, sino de confesar nuestros pecados. La carta nos exhorta a tener nuestra caja cuadrada. Nosotros no somos grandes en nosotros mismos, somo grandes cuando estamos en el Señor», finalizó.

Amado hermano, le esperamos todos los domingos en la Iglesia de Jesucristo El Caballero de la Cruz, a las 9:30am, en la Escuela Dominical: la espina dorsal de la Iglesia.

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