Pasaje a considerar: Apocalipsis 5: 6-13

En la clase del 23 de marzo de 2014, nuestro maestro, Marcos González, nos presentó el tema: «Celebra la victoria». Nos encontramos en el último libro del canon bíblico: Apocalipsis. En el pasaje que consideramos se nos describe una visión que tiene el apóstol Juan; en el cual se ve manifestado el trono, y el que está sentado en el mismo junto a cuatro seres vivientes y veinticuatro ancianos. Una gran reunión de ángeles se vislumbra alrededor de la escena protagónica de la visión, que es el trono del Altísimo. Todo el conglomerado de la corte celestial aguarda al Cordero (más bien descrito en el original como cordero doméstico; quien es Jesús) y este tomando el libro de la mano derecha del que está sentado, el cual contiene siete sellos. Y este Cordero es el único digno de tomar el libro y desatar los sellos, por cuanto fue sacrificado para redimir la humanidad.

Para poder comprender mejor esta visión, es necesario interpretar los simbolismos que esta presenta. Primeramente, los cuatro seres vivientes representan los poderes terrenales; los veinticuatro ancianos representan al pueblo de Dios y el libro sellado simboliza el misterio divino, reservada su apertura para el único digno: el Cordero que fue inmolado para la salvación de la humanidad. Cabe mencionar, que existen varias escuelas que interpretan las visiones de diversas maneras. Las que aquí usamos son las más aceptadas.

[quote align=»center» color=»#FF0037″]La iglesia era perseguida violentamente mientras Juan escribía su visión[/quote]

Mientras Juan escribe el libro de Apocalipsis, la iglesia era perseguida. La caza tocaba la puerta de los cristianos en las diferentes regiones del Imperio Romano. El emperador Domiciano acechó a los seguidores de Cristo, a diferencia de Nerón quien lo hizo para encubrir su pecado (lea sobre el despótico reinado de Nerón), activamente. No hay duda, la iglesia vivía tiempos difíciles. Y en este escenario, el libro de Apocalipsis brindaba esperanza y consuelo a una iglesia asediada por la opresión y la ofensiva romana.

La visión narra un momento de gran regocijo. Ante la carencia de uno que fuera merecedor de tomar el libro de las manos del que estaba en el trono (dice en un capítulo anterior que Juan lloró), aparece el Cordero. Ciertamente, Jesús fue el Mesías vaticinado por los profetas; quien nació de una virgen bajo el linaje davídico, vino como cordero pascual, moró entre nosotros, cumplió la ley hasta la última tilde, y murió; y muerte de cruz. Pero, así mismo como murió, fue levantado de entre los que duermen, triunfando sobre el poder de la muerte; victorioso sobre el festejo prematuro del diablo, quien juraba haber ganado. El triunfo de Cristo es el nuestro, pues somos partícipes de su muerte y resurrección cuando a Él acudimos. ¡Oh, qué gran consuelo en tiempos de turbulencia!

Solo en Cristo está nuestra esperanza. Fue Él quien logró que venciera el bien sobre el mal. Por encima de toda circunstancia adversa o aflicción, triunfó sobre la muerte en su resurrección. Celebremos, pues, la victoria del Cordero, nuestro salvador, quien nos redimió de nuestros pecados. Y junto a la corte celestial y a todo lo creado, gritemos: «Al que está sentado en el trono y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder,  por los siglos de los siglos» (Apocalipsis 5:13).

[quote align=»center» color=»#FF0037″]Mi Casa Es Casa De Todos[/quote]