¿Qué lugar presenció la extraordinaria venida del Espíritu Santo, cual viento recio; y revistió de Su poder a los que allí aguardaban la promesa?:  Jerusalén . . .

«El Espíritu Santo te tiene que revestir en la esencia de tu ser para que seas transformado», exclamó nuestra pastora. Es necesario el volver a Jersualén. Este es el escenario en el que Dios manifestó Su presencia y envistió a los suyos de la potencia para testificar las buenas nuevas de salvación. Los transformó de adentro hacia afuera.

«El Espíritu fue derramando en corazones dispuestos, no perfectos», prorrumpió nuevamente. Para ser revestido no es necesario haber alcanzado la perfección; para ser revestido es necesaria la disposición. Solo los dispuestos esperan en Jerusalén, como lo hizo el pueblo remanente en Pentecostés. Fue su disposición la que los llevó a la acción de permanecer firmes, «unánimes y juntos», y terminar en la noticia del Señor.

Es tiempo de retornar a Jerusalén. Esto significa volver a nuestras primeras obras, a nuestro primer amor. . .

 

[quote align=»center» color=»#FF530D»]Mi casa es casa de todos…[/quote]