Adorar al Señor durante el devocional fue una delicia. ¡Qué bueno es adorar al que nos dio vida, al que nos amó con amor incondicional! Toda la gloria es de Él. Luego del devocional procedimos a la prédica, por nuestra amada pastora Iris N. Torres Padilla:

El justo va hacia el problema, se apercibe. Satanás siempre te tendrá en poco. El enemigo te dice: «¿Quién eres tu para enfrentarte a mi?» No te enfoques en el problema. ¡Habrás perdido batallas, pero la guerra la iglesia la va a ganar; con nosotros está el que no ha perdido batalla! David tenía todas las de perder. Nadie se atrevía enfrentarlo, se escondieron del gigante. Nosotros no somos derrotados por enemigos del infierno, somos «linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios» (1 Pedro 2:9).

La valentía no es ausencia de temor, sino enfrentar el problema aunque tenga miedo. David fue a hacerle un favor a un padre que lo subestimaba. Dios te prepara para el desierto. David sabía que era el miedo; enfrentó al oso y al león. Sus hermanos conocían ciencia y estrategias militares. David conocía al Dios de sus salmos. David sabía que Dios es más fuerte que un oso y un león.

¡Pero si Jehová está contigo no hay león ni oso que te pueda vencer!

Decimos «Amén» ahora, pero cuando venga, ¿donde te metes, en donde te escondes? El padre de David no entendió que engendró a un rey y lo abandonó para que creciera en el redil. Sin embargo, no hubo un rey más grande que David. «¿David se lanzó en un atento suicida?» Si y no. Para los hombres sí, para los espirituales no. Deja que el enemigo hable «lo que le dé gana», el es padre de toda mentira. David vio a Goliat y corrió hacia él. Aunque dé la impresión que el malo prospera, su día llegará.

«Tu vienes con herramienta mortal, hecha por hombre. Yo vengo con cinco piedras lisas creadas por el Dios Altísimo, formadas por las corrientes de las aguas». Cuando te calumnian duele, pero quédate quieto, espera la provisión y el cuidado de Jehová. Por encima de la boca del hombre, está la boca de Dios. Abre el oído, que Dios busca quienes se paren en la brecha y escuchen su voz.

«¿David iba solo? No.» Hermano tu no estás solo, corre a la línea de batalla. David cogió la piedra, la colocó en la honda y la lanzó. Aquella piedra iba guiada por la mano del que creó todas las cosas. Calló en el único lugar descubierto: la frente de aquel paladín gigante. El enemigo puede venir armado, pero será vencido y tu serás vencedor. Israel no venció por la espada de Saúl, sino por aquel joven que creía en Dios, conlcuyó nuestra pastora.

Al finalizar el culto, nos pusimos en un mismo pensar y parecer para clamar por nuestro país y por las amenazas de enfermedades que nos asechan. Hicimos un llamado y vidas vinieron a los pies del Señor, algunas llorando y otras no, pero reconociendo que necesitan del redentor. ¡Gloria a Dios, nuestro «goel» (redentor)!

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