La clase del 11 de enero, en el Aposento Alto de nuestra iglesia, dirigida por nuestra Pastora Vanessa Torres, fue una muy edificante. Al saber que nuestro Señor Jesucristo intercedió por nosotros, anticipando la obra evangelística de sus discípulos luego de su partida y el cumplimiento de la promesa del Consolador, y refiriéndose a nosotros como fruto de la obra del Espíritu a través ellos, nos da a entender que le servimos a un Dios que trasciende los tiempos. No hay nada más que darle gloria a quien gloria merece. Esta clase tocó el tema de la «Oración del Sacerdote», y usamos como referencia la revista El Discípulo y Juan 17:6-21.

El libro de Juan se distingue del resto de los evangelios. Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas tienen unas características similares en cuanto a la estructura de su composición, y guardan similitud también en su propósito. A diferencia del libro de Juan, estos textos, llamados los Evangelios Sinópticos, relatan la vida histórica de Jesús, enfatizando su gran trayectoria ministerial (con distintos énfasis particulares). Sin embargo, el libro de Juan, además de narrar de manera muy diferente la vida de Jesús, se enfocó en una visión más teológica, resaltando y exaltando a Jesús como Hijo de Dios, el Mesías prometido. El libro de Juan se interesó en «la relación de Cristo con sus discípulos, y en documentar los discursos de Cristo de manera más completa (los más extensos de todos los evangelios). Juan quería exaltar a Cristo. Quería que entendamos la vida de Dios y vivamos la vida de Dios», dijo la pastora. Un libro tan especial se podía esperar del «discípulo amado».

Para ser uno en Cristo tenemos que amarle y vivir como él vivió

«El creyente que no ore no puede tener una relación con el Espíritu Santo», dijo la pastora. «Aun sabiendo todo lo que le esperaba, Cristo hizo esta oración», dijo refiriéndose a la oración del sumo sacerdote. «El Espíritu juega un papel importantísimo en la oración del creyente. Ayuda a olvidarnos de nuestras necesidades para orar por los demás», explicó. Ante el fin nefasto que nos esperaba por el reinado del pecado que nos esclavizaba: «Cristo vino a rescatar el futuro del mundo», exclamó la pastora con voz alentadora. «El creyente puede vivir en el mundo, pero separado para Dios. A Dios no le limita el tiempo creado por el hombre. Dios tiene un tiempo. Dios no tiene un cronómetro, tiene un ‘Kairos'», aseveró. «Servir a Dios es la garantía de la vida eterna. Oró por nosotros. Somos uno en Cristo. Estamos seguros porque nos va a llevar a casa. La voluntad de Dios es lo primero. Para ser uno en Cristo tenemos que amarle y vivir como él vivió. La oración es el fundamento del creyente», finalizó.

Amado hermano, le esperamos todos los domingos en la Iglesia de Jesucristo El Caballero de la Cruz, a las 9:30am, en la Escuela Dominical: la espina dorsal de la Iglesia.

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