Anoche nuestra pastora Iris Nanette Torres expuso por séptimo año consecutivo la poderosa Palabra del Señor en la Fiesta de las Primicias, actividad que se celebra en la Iglesia Fuente de Agua Viva, pastoreada por Otoniel y Omayra Font. Este año las Primicias se han llevado a cabo bajo el tema “Elévate”.

Este tema hace que pensemos en remontarnos a las alturas como las águilas, pero nuestra pastora comenzó aclarando que la prédica sería atípica al tema, pues «para elevarnos, primero debemos morir.»

Mateo 5: 13-16: “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que están los cielos.”

“No podemos elegir como ni donde vamos a nacer, pero sí como vamos a vivir en las manos del Señor”, dijo la pastora. Si queremos ser la sal de la tierra, la luz que disipe las tinieblas en nombre de Cristo y elevarnos a las alturas para cumplir Su propósito en nosotros, tenemos que ser transformados por las manos del Maestro.

Si tú te quieres elevar, te tienes que morir. No hay forma de yo poder remontarme a las alturas si yo no quito de mí el peso que me detiene, si no me sacudo del polvo y no alivio mi plumaje. No me estoy refiriendo a una muerte física, estoy hablando de cambios; no hay forma de volar ni de crecer con peso, no hay forma de alcanzar con limitaciones.

La pastora tomó como ejemplo a tres personajes bíblicos que tuvieron que morir a sí mismos para poder cumplir el propósito de Dios en sus vidas. Uno de ellos lo fue el coloso Pablo.

En el capítulo 9 del libro de los Hechos, vemos como el choque con Jesús fue el comienzo de la transformación de este hombre. “Aquel hombre con tanta autoridad fue derribado, quedo ciego, se sometió y tuvo que sufrir. Cuando Ananías puso las manos sobre los ojos de Pablo, cayeron las escamas y ahí comenzó la muerte de Pablo”, mencionó la pastora.

“¿De qué vale que yo como pastora te presente un evangelio de gloria si no te presento la cruz? Es necesario que tomes tu cruz y sigas al maestro. Tus pastores no pueden cargar tu cruz, tienes que cargarla tú mismo, pues como dijo Jesús  «…Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame” (Mateo 16: 24).”

«Pablo se tuvo que morir, pero llego a ser el apóstol de los gentiles y escribió lo que es nuestro evangelio.”

El segundo personaje presentado por la pastora fue David:

“David tenía muchas luchas, pero siempre se presentó tan cual era delante de Dios. Cuando escondemos nuestras luchas detrás de una máscara nos arriesgamos a que la lucha nos consuma.”

“David no buscó Nada, pero Dios se lo tenía todo. Dios tenía planes con él, así como los tiene contigo, por eso quiere que te sacudas. Luego de ser ungido rey y de sus triunfos, le esperaba la cueva de Adulán. Cuando estamos en el proceso de Dios, Él se encarga de que la gloria sea sólo para El. No puedes subir a la cumbre si no te bajan de tu cabalgadura primero, como a Pablo. No puedes subir a la cumbre si no te meten a la cueva de Adulán primero”, dijo Iris Nanette

Mientras David estuvo en la cueva, dio la impresión de que estaba huyendo; En la agenda de Dios el escogido dará la impresión de que esta huyendo, pero no es así. No es malo ser diferente, si estas en la noticia de Dios sé diferente y sube a las alturas.

A su cueva llegaron los atribulados, los endeudados, los violentos, esquizofrénicos, paranoicos, narcisistas, la escoria de la sociedad, los que nadie quería; en tu proceso de muerte para lograr en ti la excelencia, Dios te va a rodear de muertos. Fue un proceso duro para David, pero de la cueva de Adulán salieron los valientes de David.

Por último, la pastora habló acerca de Juan el Bautista:

Separado profeta, visionario, un poco loco y desajustado, atrevido, no le tenía miedo a nadie, decía lo que tenía que decir. Siempre que bautizaba a la gente decía » …Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.» (Lucas 3; 16). “Y eso hermano, es ubicación”, recalcó la pastora.

“Le doy un consejo a todos los pastores que nos sintonizan: cuando hay un pastor que sabe más que tú, guarda silencio y aprende del que sabe más que tú. No seamos rápidos para juzgar sin saber el proceso que ha vivido esa persona para estar donde está”, añadió Iris Nanette.

Cuando llegó Jesús, Juan entendió que ya no era necesario. Como no era necesario, cayó preso en la cárcel de más adentro. En su corazón seguramente estaba el anhelo de que Jesús lo visitara, pero como eso no sucedió, mandó a sus discípulos a buscarlo. La crisis profunda hace que dudemos. Jesús no llegó. En su agenda no estaba ver a Juan. Este le dijo a los discípulos de Juan «…los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es aquel que no halle tropiezo en mí.” (Lucas 7; 22). Cristo, la Roca, puede ser para nosotros plataforma de lanzamiento, pero puede ser también la piedra que nos haga tropezar.

Juan murió decapitado, pero la palabra profética no murió. Si tu sueño es de Dios, nada ni nadie lo puede detener, pero hay que morir primero. Por eso, arranca de ti lo que es de peso, y sigue hacia las alturas.

Aquellos que caminaron con Jesús sufrieron muerte terribles. Cristo les advirtió que por causa de Su Nombre iban a padecer, iban a sufrir, y ellos estuvieron dispuestos. Por eso, cambiaron el mundo.

Cuando tienes una meta clara en Dios, cuando tu norte es llegar a las alturas, no importa cuánto se desgaste tu escudo, cuánto se lastime tu armadura, serás una persona diferente. Tú eres tu peor enemigo cuando asumes posturas que no son de Dios. Pule tu casco, tu armadura, tu escudo y sube a las alturas. En esta noche entregarle a Dios todo el peso que te asedia y elévate a las alturas.

Mi casa, es la casa de TODOS